lunes, 7 de noviembre de 2011

ARTÍCULO EN EL DIARIO LA VOZ DEDICADO A NUESTRO HERMANO MAYOR HONORARIO,EL TENIENTE GENERAL D. LUIS PARDO

Queremos hoy traer a esta Agenda Lauretana la semblanza, que apareció este pasado día 5 en el periódico LA VOZ DE JEREZ, escrita por Rafael Lorente, de nuestro recordado Hermano Mayor Honorario el Teniente General Pardo. Gran devoto de la Virgen de Loreto, a sus gestiones se debe en parte la fundación de nuestra Hermandad, no faltando nunca a la procesión cada Viernes Santo, siendo de grato recuerdo de todos los que le conocimos. A su fallecimiento su viuda, para perpetuar esta devoción, entregó su fajín de Teniente General para que lo portara la Stma. Virgen.
El entorno a la collación de San Juan Bautista de los Descalzos en la que me crié era una parroquia cuyas celebraciones y cultos sirvieron de nexo entre múltiples familias jerezanas: calle Medina, Pio XII, plaza de las Angustias... que en días y horas determinadas asistíamos todas las semanas y fiestas de guardar a la Santa Misa y celebraciones eucarísticas, como también a los santos oficios en Semana Santa, misa del Gallo en Navidad o durante las misiones. En ella nos encontrábamos y llegamos a conocernos la mayor parte de las familias que poblaban el centro de la ciudad.
Recordamos como una de las que más destacaba a la familia Pardo. Llamaba la atención ver entrar a esta familia cuya numerosa prole aparecía por orden seguida del corpulento general de Aviación y de su distinguida esposa, María Luisa Domecq, así como de la institutriz Miss Thomas, bajo cuya atenta mirada los niños eran corregidos o aleccionados con imperceptibles pero contundentes gestos y que era la responsable de su educación victoriana. Eran tantos que a veces ocupaban hasta un par de bancos de la iglesia.
Como decíamos anteriormente, formada por la unión de Luis Pardo Prieto y María Luisa Domecq González, esta familia tuvo su residencia primero en la calle Pedro Alonso 19 y después en la calle Granados 3, domicilio en el que edificaron un hogar y criaron a la mayoría de sus hijos.
Estos recuerdos me llevan hoy a traer a las páginas de LA VOZ a la figura del general Pardo, que así se le denominaba en Jerez al hacer referencia a su persona. Aunque de coruñesa nacencia, Luis Pardo fue una persona muy apreciada en nuestra ciudad, no solo por sus vínculos familiares al casarse con una jerezana, sino por las gestiones y decisiones tomadas desde el terreno profesional, las que en su mayoría fueron llevadas a cabo en favor de Jerez y de su futuro aerodinámico.
Su interesante vida como militar comenzó apenas contaba con 16 años, edad en la que ingresó en la Academia de Caballería de Valladolid, de la que salió con 19 años con la graduación de alférez; pidiendo ser destinado a África, allí participó en la Guerra de Marruecos, como mando en el requerimiento de Cazadores de Caballería de Taxdirt. Ascendido a teniente, en el 1922 ingresó en la Escuela Aeronáutica, donde forma parte de la escuadrilla que mandaba el infante Don Alfonso de Orleans y Borbón, siendo con ello miembro de la primera promoción de pilotos militares de España y, por lo tanto, compañero del jerezano Juan Manuel Durán González, quien fuera miembro de la heroica aventura del Plus Ultra.
Debido a los méritos conseguidos en la guerra de África, donde lo hirieron en combate, Luis Pardo fue ascendido a capitán y por ello destinado a Madrid ocupando el puesto de capitán instructor de vuelo de la Escuela Militar de Aviación de Cuatrovientos, puesto que ocupó hasta el comienzo de la Guerra Civil en cuya contienda ostentó el mando de jefe de la Escuadrilla de Bombarderos. En plena disensión fue de nuevo herido en combate, razón por la cual es ascendido a comandante por méritos de guerra. A su vuelta, una vez repuesto de sus heridas, es enviado a Italia para llevar a cabo unos cursos de piloto de modernos bombarderos.
Acenso
En el año 1940 fue ascendido a teniente coronel y destinado a Jerez como jefe de las Escuelas de Pilotos del Sur; más tarde, ya como coronel, ostentó el puesto de jefe de la Base Militar de La Parra y como tal permaneció en éste hasta el año 1956. Jefatura que abandona al ser ascendido a general de brigada y por ello destinado a Zaragoza, en cuya base permanece un año para volver a Sevilla, donde ocupa el puesto de jefe del Estado Mayor de la Región Aérea del Estrecho. En este destino es ascendido en el año 1959 a general de división y en el año 1964 a teniente general, pasando al poco tiempo a la reserva.
Su brillante carrera como militar y piloto fue premiada con múltiples condecoraciones y títulos estando en posesión de dos medallas de Primera Clase al Mérito Militar con Distintivo Rojo, dos medallas de Sufrimientos por la Patria, la Cruz de San Hermenegildo, la Medalla de Sidi-Ifni, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Aeronáutico, cuatro cruces de guerra... siendo a su vez condecorado por sus misiones en Italia y Alemania. Y teniendo una cartilla de vuelo con 5.483 horas.
Debido a los muchos años de permanencia en Jerez y a la relación familiar con la firma Domecq, el general Pardo desarrolló un especial gusto por nuestros caldos siendo un excelente embajador de éstos, especialmente del vinagre, del que era portador de alguna botella allá donde fuera.
De fluida y amena conversación y exquisito trato, Luis Pardo fue un hombre querido y admirado por todos, no solo por su corpulencia debido a la cual destacaba donde estuviere, sino también por su personalidad y educación, granjeándose por ello, a lo largo de su vida, gran número de amigos. Tal es así que también lo fue del rey Alfonso XIII, con quien compartió tertulias en torno al mundo de la aviación de la que el monarca era gran admirador.
No es extraño, pues, que, debido a su personalidad, Luis Pardo fuese invitado a la mayoría de las fiestas de sociedad que se organizaban en las ciudades y lugares donde estuvo destinado.
En el año 1940 conoció en Madrid a una distinguida jerezana, viuda de guerra, de la que se enamoró, relación que al poco tiempo terminó en boda. Contrajeron matrimonio en la iglesia de San Miguel de Jerez, siendo apadrinados por la hermana de la novia Silvia Domecq González y su amigo y compañero de armas el Infante Don Alfonso de Orleans y Borbón.
Residencia en la ciudad
Ni que decir tiene que fijaron su residencia en Jerez, razón por la cual instó a sus superiores para ser destinado a nuestra ciudad, permaneciendo entre nosotros desde el año 1940 hasta el 1956. Fruto de esta unión nacieron ocho hijos, tres varones y cinco hembras, que unidos a los tres hijos aportados por ella de su anterior matrimonio con Don Álvaro Chavarri, formaron la gran familia Chavarri-Pardo Domecq de la que hemos hablado en párrafos anteriores y de la que es necesario apuntar su singular unión, pues jamás se atisbó diferencia entre los hermanos, ni predilección hacia ellos por sus padres, y, por supuesto, la avenencia que entre ellos ha existido durante toda la vida, tanto en los tiempos de dificultades como en los de bonanza.
Debido a su arriesgada profesión, a lo largo de las miles de horas de vuelo llevados a cabo como piloto, Luis Pardo tuvo varios accidentes, pero fue el ocurrido en 1946 en el aeródromo de Cuatrovientos en el que más temió por su vida. Ocurrió que al despegar el avión que pilotaba se le corrió la carga que portaba, con la que el aparato entró en pérdida, estrellándose contra la pista. Del balance de este accidente falleció uno de los tripulantes, habiendo también varios heridos, siendo Luis Pardo el más grave de todos ellos, ya que presentaba grandes heridas en la cabeza y en el rostro, perdiendo parte de la nariz, circunstancia por la que estuvo al borde de la muerte.
A pesar de las intervenciones quirúrgicas a las que fue sometido quedó desfigurado para toda la vida.
Durante los años que estuvo destinado en Jerez y debido a la experiencia albergada en otros aeródromos el general Pardo intuyó el gran beneficio que para el futuro de la ciudad tenía la base de La Parra, por lo que luchó por ella, obteniendo mejoras ostensibles que, sin lugar a dudas, han redundado en Jerez y en su economía, contribuyendo a que en la actualidad sea el aeropuerto de Jerez-La Parra.
También gestionó con éxito la edificación de viviendas para oficiales y suboficiales de aviación en la zona de la Serrana, evitando en no pocas ocasiones que la Escuela de Polimotores fuera trasladada a las bases de Tablada o de San Javier. Puso todo su interés y esfuerzo en lograr que la jefatura de la Región Aérea del Estrecho estableciera su base en Jerez, cosa que, sin embargo, impidieron los políticos.
En 1964, año que pasó a la reserva militar, se dedicó a disfrutar de su familia y de su hogar en la calle Granados 3, como también de las tertulias con los amigos en el casino El Lebrero. Por aquellos años se le veía pasear a diario por la avenida Álvaro Domecq y asistir al cine y a eventos culturales en compañía de su esposa.
También resaltaba en las paradas militares o en la procesión del Santo Entierro, como a su vez cuando cada Viernes Santo acompañaba a la Virgen del Loreto de cuya hermandad era hermano mayor honorario y en la que se distinguía por su porte, vestido con el uniforme de aviación luciendo su graduación y condecoraciones.
Aunque por su humanidad y serio aspecto pareciera seco y distante, su trato era cercano y cordial, sobre todo con aquellos que por haber hecho el servicio militar en La Parra nos acercábamos a saludarlo por la calle.
Admirado y respetado por todos, recordamos como en ocasiones, al ser reconocido por los antiguos guardias de punto que dirigían el tráfico, se le cuadraban y saludaban con rigor castrense, a los que él respondía, además, con una sonrisa.
Otra prueba del afecto y el reconocimiento de que gozaba fue el día que se estrenó en Jerez la película 'Aeropuerto', que la empresa Sirius tuvo la deferencia de dedicarle en el Cine Jerezano la primera representación.
En el año 1982, y debido a las complicaciones aparecidas tras una rotura de caderas, es trasladado a Barcelona para su intervención, donde lamentablemente fallece.
El féretro con su cadáver fue traído a Jerez en un avión militar y recibido con todos los honores. Sus restos fueron depositados en el panteón familiar del cementerio de La Merced de nuestra ciudad, estando en la actualidad junto a los de su querida esposa e hijos, como también los de las personas que le sirvieron durante toda la vida. Tales fueron la cocinera Hilaria Sacristán y la institutriz Miss Thomas, con los que quiso compartir el descanso eterno.

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